Ahí donde la comunión nace, donde el punto no es sino proyección. En el exacto lugar del límite inexistente, de vibra ambigua y alterna. Del encuentro, una simulación, de la simulación al frío, o al calor, al abrazo y a la negación, de la pasión al amor y de la pasión al montón. De la visión a la pantalla, en la pantalla la comunión, sin frío, ni calor, del principio, del final, del andar para encontrar, qué punto y qué lugar.
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